jueves, julio 06, 2006

Prefacio al Hombre-Líquido

Hace unos cuantos años, mi abuelito -que en paz descanse- hizo un asado. En realidad, como era alemán, hizo un crudo e invitó a sus amigos coterráneos a recordar tiempos lejanos, quizá mejores. Mas, por sobre todo, les convocó para conversar sobre el continente que desde aquí -el fin del mundo- parece un sueño antiguo. Para mí, era un asado con otro nombre, no más.

En esta complaciente tertulia, se me acercó un amigo cercano de mi abuelito, originario de los Países Bajos: don Gustavo (creo que se llamaba Gustav... sí, Gustav Gottfried era su nombre, pero todos le decíamos don Gustavo).

Don Gusta era buenísimo para la cerveza. Cuando estaba sobrio era reservado, casi huraño. Sin embargo, con dos vasos de esta refrescante bebida, hablaba de todo y con todos. Casi siempre relataba anécdotas de su niñez o juventud en Holanda, yendo de grupo en grupo como una mariposa libando flores. Algunos no le prestaban mayor atención, ya que le conocían desde hacía mucho. Pero los "nuevos" caían siempre. Don Gusta tenía una labia como pocos -cuando estaba bebido, claro-. Nunca ninguno de nosotros supo si alguna de sus historias eran verdad. Todos sabíamos, no obstante, una verdad: sus relatos nunca tenían final. No por ser extensos, sino porque simplemente no existía un desenlace para sus narraciones. Y si, cuando ya sobrio, se le preguntaba al respecto, se alejaba con el ceño fruncido y murmurando groserías en holandés.

Durante el asado, como iba diciendo, se me acercó don Gusta. Yo ya estaba preparada para oír fantasías increíbles y desilusionarme, al mismo tiempo, por la ausencia de un final. En realidad -rectifico-, yo creía estar preparada, porque lo que estaba a punto de oír desafiaba toda lógica. Sospecho -y me atrevo a decirlo, ya que dudo de que esté equivocada- con casi toda la certeza del mundo, que esta historia es la más disparatada que escuché salir de su boca.Se trata del hombre-líquido.

2 comentarios:

Mariel Ardilla dijo...

¡¡¡Cuenta!!!
Y no omitas el final

J. I. Avila dijo...

Um, ya quede metido.